Las exportaciones españolas de productos agroalimentarios y bebidas al mercado japonés alcanzaron en 2012 los 418 millones de euros, lo que supuso un crecimiento del 26% respecto a 2011. Es el tercer año consecutivo que las ventas del sector a Japón (la segunda economía de Asia, la tercera economía mundial y el segundo mercado de consumo del mundo) crecen por encima del 20%, según ha informado el ICEX.
A pesar de las dificultades que pueda suponer acceder a un mercado tan exigente como el japonés, una población de 127 millones de habitantes, uno de los poderes adquisitivos más altos del mundo, la lealtad del comprador y la puntualidad en el pago, son razones de peso para que las empresas españolas de alimentación elijan a Japón para vender sus productos.
Por productos, son los cárnicos congelados los que encabezan el ranking con 92 millones de euros, seguidos del aceite de oliva con 60 millones de de euros, los pescados frescos con 48 millones de euros y los vinos con denominación de origen con 30 millones.
Un mercado muy exigente
El consumidor japonés siente gran curiosidad a la hora de probar nuevos productos y, por lo general, suele considerar que los alimentos y bebidas importados desde Europa son de mejor calidad y más dignos de confianza. Entre las últimas tendencias observadas destaca el creciente interés del público japonés, y en consecuencia de los importadores, por productos de tamaño pequeño o presentados en formato “mini” y con diseño atractivo.
Es un destino comercial donde la obsesión por el detalle, la excelencia en el servicio y la exigencia son máximas. Por ello, el exportador español de alimentos debe ajustarse a las preferencias del consumidor japonés y no debe pasar por alto que, aunque utilizan los mismos materiales que en Occidente, existe mayor inversión en tecnología lo que se traduce en envases más eficientes y atractivos.
El diseño y la presentación del envase puede ser más relevante en la decisión de compra que la propia calidad del producto y por ello deben cuidarse al máximo. Además, como el producto procedente de Europa es considerado como exclusivo y de calidad, esto lleva asociado un mayor precio.